6 de Noviembre 2025 por Daniel

La Expedición Sino-Sueca de 1927-1935 - I

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Mi vida como explorador, las memorias de Sven Hedin, narra el grueso de la carrera del legendario explorador sueco. No obstante, una parte substancial de su carrera como geógrafo e investigador no se halla escrita en dichas memorias. La última y tercera expedición referida en el libro fue la expedición de tres años en el Tíbet, entre 1905 y 1908; notable por ser aquella donde Hedin aseguraba haber descubierto los nacimientos de ríos como el Brahmaputra e Indo, así como una larga estancia como huésped del noveno panchen lama.

Tendrían que pasar cerca de veinte años para que Hedin regresase a Asia como líder de otra expedición. Este artículo es el primero de una serie monográfica dedicada a la última expedición organizada por Sven Hedin, y que viene a cerrar el círculo de la extensa trayectoria del explorador sueco. La llamada Expedición Sino-Sueca se convertiría en el proyecto de mayor envergadura, desde el punto de vista científico, llevado a cabo por Hedin. En anteriores expediciones, Sven Hedin viajó sólo acompañado por guías y porteadores, y su esfuerzo fue principalmente dirigido a resolver problemas geográficos y a cartografiar regiones inexploradas. Esta vez su expendición reuniría todo un elenco de académicos arqueólogos, astrónomos, botánico, geólogos, etnólogos y zoólogos; con el objetivo de estudiar a fondo la región del desierto de Gobi y Xinjiang.

Lo que debería de haber sido un rutinario viaje de investigación científica se convertiría con el tiempo en toda una odisea para sus participantes. Durante el desarrollo de la expedición, China entraría en una feroz guerra civil que tuvo como efecto secundario una serie de revueltas en Xinjiang que afectaron a la expedición. Además, Mongolia había conseguido su independencia de China apenas un par de años antes, y no sería nada fácil adentrarse a explorar el desierto de Gobi. Este trasfondo de dificultades políticas propició toda una serie de devenires dignos de las mejores historias de aventuras, que me propongo narrar ahora.

Antecedentes

A principios de la década de los años veinte del siglo pasado, una vez finalizados los trabajos de publicación de los datos científicos de sus anteriores expediciones, Sven Hedin se empleó a fondo para asegurar la financiación necesaria para la que debiera ser su más ambiciosa expedición hasta el momento.

En 1923, Hedin se embarcó en una gira alrededor de EEUU, dando conferencias y reuniéndose con personajes de la talla de Henry Ford. Uno de los objetivos del viaje era recaudar fondos para su nueva expedición. Si bien consiguió algunos apoyos, estos no fueron suficientes y Hedin prosiguió el curso de su gira. Zarpó de la costa de California en un vapor y cruzó el océano Pacífico para dirigirse a China, desde donde pretendía regresar hasta Suecia tras atravesar Mongolia y la Unión Soviética.

En septiembre de 1925, Hugo Junkers, el ingeniero y fundador del fabricante aeronáutico Junkers le propuso un plan para organizar una expedición promocional con tres aviones a través de Siberia y China para mostrar sus aeronaves y productos alemanes. El desarrollo de la tecnología aeronáutica había revolucionado las condiciones de la exploración geográfica. Desde el aire, era más fácil descubrir restos arqueológicos y mapear vastas áreas, algo que resultaba complicado a pie.

Para sorpresa de Hedin, Junkers le ofreció poner a su disposición dos aviones con tripulación, combustible y todos los gastos cubiertos una vez finalizada la parte comercial del viaje. Sin embargo, el proyecto se vio amenazado cuando Junkers enfrentó una posible bancarrota y el Estado alemán tomó el control de la empresa. Los planes de Hedin quedaron en el olvido, poniendo en riesgo su ansiada expedición aérea por Asia.

Ante la ausencia de la esperada expedición a Asia, Hedin comenzó a planificar otros viajes, incluyendo conferencias en Buenos Aires, Chile y Perú.

En agosto de 1926, Hedin fue invitado a la legación alemana donde se le presentó una oportunidad extraordinaria. El jefe de legación von Rosenberg, junto con el consejero Brandenburg del Gobierno alemán y el consejero Mühlig-Hoffman de Deutsche Lufthansa, le ofrecieron que la aerolínea estatal reemplazara a Junkers (cuyo acuerdo previo había fracasado) y cumpliera todos los compromisos para la expedición planeada. Objetivos de la Expedición Deutsche Lufthansa quería establecer una ruta aérea de Berlín a Pekín vía Turquestán ruso, Xinjiang y Mongolia. Para ello, necesitaban explorar las condiciones del terreno y meteorológicas, además de establecer depósitos de combustible en lugares apropiados para el aterrizaje y reabastecimiento de los aviones.

Hedin se convertiría en el líder de la expedición, con derecho a realizar sus propias investigaciones científicas paralelamente a la misión para Lufthansa. Tendría autoridad para decidir las rutas, tiempos, organización y personal, con derecho a traer un grupo de científicos y especialistas suecos. Lufthansa cubriría todos los gastos. Este acuerdo representaba un regalo del Estado alemán a Hedin como agradecimiento por su apoyo inquebrantable a Alemania durante y después de la Primera Guerra Mundial.

Hedin viajó inmediatamente a Berlín para finalizar los arreglos y se reunió con Paul von Hindenburg, presidente de Alemania. Para noviembre de 1926, ya estaba en Pekín iniciando las negociaciones. Mantuvo en secreto los planes de la expedición para evitar complicaciones diplomáticas.

China se encontraba en una situación caótica desde la caída del imperio en 1911 y la muerte del presidente Yuan Shikai en 1916. En 1926 había una situación casi de guerra civil, con varios señores de la guerra luchando entre sí. En Pekín y el norte de China gobernaba el general Zhang Zuolin.

Con la ayuda del profesor J.G. Andersson, Hedin negoció exitosamente con Zhang Zuolin. Se acordó en principio que dos geólogos chinos acompañarían el viaje, y la expedición se denominó «Expedición Sino-Sueca». A finales de enero de 1927, Hedin se reunió personalmente con Zhang Zuolin, quien envió telegramas y cartas de recomendación al gobernador Yang Tsengsin en Urumchi, Sinkiang.

El cuartel general de la expedición se estableció en Baotou, Mongolia Interior, a unos 50 kilómetros al noroeste de Pekín. Hedin contrató a su viejo amigo de 1897, August Larson, como administrador de la caravana. En marzo de 1927, cuando parecía que todo el papeleo y los contratos en Pekín estaban completados, Hedin telegrafió a Larson para comprar 200 camellos y prepararse para la partida. Sin embargo, los problemas comenzaron a acumularse nuevamente.

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Camellos de la expedición en Baotou. Fuente: History of the Expedition in Asia, 1927-1935
Primeras dificultades

En el sur de China, las fuerzas del partido nacionalista Kuomintang, lideradas por el general Chiang Kai-shek, avanzaban conquistando territorios y promoviendo un sentimiento anti-extranjero. Este clima de xenofobia llegó a Pekín, donde académicos y estudiantes exigieron restricciones a las expediciones extranjeras que exploraban y exportaban tesoros arqueológicos y paleontológicos chinos.

Andersson visitó a Hedin con malas noticias: una asamblea de intelectuales había exigido acciones contra las expediciones extranjeras, incluso sugiriendo la expulsión de Hedin. Aunque ya existía un acuerdo para la Expedición Sino-Sueca, los ánimos nacionalistas complicaron las cosas.

Hedin, con todo preparado para partir hacia Baotou (15 europeos, equipamiento costoso, suministros y armamento para año y medio), se vio obligado a renegociar bajo presión. A pesar de los retrasos deliberados, su determinación, contactos y habilidades diplomáticas lograron un acuerdo, que resultó en un nuevo nombre para el proyecto: «Misión Científica al Noroeste de China» (en vez de «expedición», por sensibilidad política).

El acuerdo incluía 19 cláusulas, entre ellas:

  • Incorporación de diez investigadores chinos.
  • Un codirector chino designado por las autoridades.
  • Todas las colecciones se quedarían en Pekín.
  • Publicación conjunta de resultados.

Andersson comparó las concesiones con un «Tratado de Versalles» para Hedin, quien, aunque frustrado, prefirió esto a cancelar la misión. Los vuelos sobre territorio chino quedaron descartados temporalmente.

Finalmente, el 9 de mayo, Hedin partió a Baotou, listo para iniciar la marcha en camello hacia el corazón de Asia. A pesar de los obstáculos, sentía una liberación al retomar su rol de explorador, incluso disfrutando del modesto vagón de tren como si fuera primera clase.

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Xu Xusheng, arqueólogo y explorador nombrado colíder de la expedición
Comienzos de la expedición

El campamento base de la expedición se estableció en Khotjertu Gol, una zona de pastizales en las tierras altas de Mongolia Interior, a unos 25 kilómetros al norte de Baotou. Este lugar alejado permitía escapar del clima de violencia y xenofobia que reinaba en China debido a la guerra civil y el auge del nacionalismo. Sin embargo, el peligro de los bandidos nómadas seguía presente.

El 22 de julio, tras siete semanas de preparativos, la expedición estaba lista para partir. Era la mayor expedición científica en la historia de Asia, compuesta por 5 suecos (incluyendo a Hedin), 11 alemanes, 10 chinos (investigadores, estudiantes y el colíder de la expedición Xu Xusheng), intérpretes, sirvientes y conductores de camellos mongoles y chinos. Además, el grupo contaba 289 camellos cargados con 40 toneladas de equipamiento.

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Hedin con Larson y otros expedicionarios. Fuente: History of the Expedition in Asia, 1927-1935

La expedición inició su lenta travesía hacia el oeste, dividida en varios equipos con tareas específicas. Larson lideraba el grupo principal, compuesto por 150 camellos cargados con el equipo de la expedición y provisiones, asistido por diez conductores mongoles. Sin embargo, Larson había expresado su preocupación a Hedin días antes: los camellos, tras semanas pastando libremente, estaban pletóricos de energía rebelde y podrían volverse ingobernables al ser cargados.

Sus temores se hicieron realidad casi de inmediato. Lo que debía ser una procesión ordenada se convirtió en caos puro: los camellos, agitados, se dispersaron en todas direcciones. Larson y los mongoles solo lograron retener 13 de los 150 camellos. Las cargas cayeron al suelo, incluyendo 4.000 dólares de plata del fondo de la expedición. Pasaron dos días de búsqueda agotadora para recuperar el dinero, el equipamiento y los camellos fugados. Algunos animales fueron hallados a más de kilómetro y medio de distancia, pero cuatro jamás aparecieron.

Tras el incidente, la expedición reinició su marcha hacia el oeste, en dirección al desierto de Gobi. Travesía que narraré en el próximo artículo sobre la Expedición Sino-Sueca de 1927-1935.

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