16 de Diciembre 2025 por Daniel Jorge
La Expedición Sino-Sueca de 1927-1935 - III

En el anterior artículo elaboré sobre la primera etapa de la Expedición Sino-Sueca de 1927-1935. Tras haber cruzado el desierto de Gobi y establecerse en Urumchi, al explorador sueco Sven Hedin le fue prohibido terminantemente organizar los vuelos que requería Lufthansa para su proyecto de abrir una línea comercial entre Europa y Asia. La expedición perdería de este modo a uno de sus principales benefactores. Ante la triste posibilidad de cancelar la empresa que tantos esfuerzos le habían costado, Hedin debía ahora actuar rápido si quería que la expedición siguiese con vida.
Persiguiendo más fondos
En junio de 1928, Sven Hedin se encontraba en una situación crítica: su expedición científica en Asia Central estaba a punto de colapsar por falta de fondos justo cuando comenzaba a dar sus mejores resultados. Hedin viajó desde China hasta Estocolmo en busca de nuevos mecenas, gastando de su propio bolsillo mientras esperaba apoyo.
Al llegar a Estocolmo, Hedin organizó una conferencia de prensa pero ocultó cuidadosamente sus problemas económicos. Discretamente, buscó al Primer Ministro liberal C.G. Ekman para solicitar 750.000 coronas suecas (equivalente a unos 1,5 millones de euros al cambio actual) de los fondos de lotería. Haciendo valer sus contactos con la Casa Real sueca, tras reunirse con el primer ministro, Hedin inmediatamente contactó al rey y almorzó con él en el castillo de Drottningholm, logrando su apoyo informal.
La Academia Sueca de las Ciencias recomendó otorgar medio millón de coronas suecas para la expedición. El gobierno finalmente aprobó un cuarto de millón con promesa de otra cantidad igual posteriormente.
Para agosto, Hedin ya había regresado a Urumchi acompañado del astrónomo Nils Ambolt, transportando vehículos Dodge y camiones Graham Brothers comprados en Suecia. No obstante, enfrentó nuevos desafíos: el asesinato del gobernador Yang Zengxin y su reemplazo por Jin Shuren, quien era hostil a la expedición, causó retrasos significativos en la frontera.
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| Caudillo Jin Shuren en su yamen (1928). Fuente: History of the Expedition in Asia, 1927-1935 |
En menos de una semana, Hedin llegó a Tacheng, en la frontera entre Kazajistán y Xinjiang, donde se le impidió cruzar la frontera. Durante su ausencia, China había sufrido dos revueltas políticas y el Kuomintang de Chiang Kaishek había tomado Pekín.
Hedin estuvo retenido en Tacheng varias semanas hasta que, en octubre, la caravana llegó a Urumchi. El retraso se debió en parte a Jin Shuren y en parte a que Ambolt enfermó gravemente de disentería, obligando a Hedin a llamar al doctor Hummel desde Urumchi.
Allí, Hedin fue recibido por su compañero chino Xu Xusheng y el geólogo Erik Norin. Mientras Hedin estaba en Suecia, Norin confirmó que el río Konche Daria había cambiado su curso, formando nuevos lagos en el desierto de Lop. Folke Bergman había descubierto antiguos asentamientos en el sur de Taklamakán y el norte del Tíbet, y se instalaron estaciones meteorológicas en varias zonas. En las montañas Tian Shan, el paleontólogo chino Yuan descubrió fósiles de lagartos antiguos.
Para justificar sus solicitudes de financiación, Hedin envió a la prensa telegramas sobre los «resultados históricos» de la expedición. Aunque al inicio buscó discreción, ahora necesitaba la máxima publicidad que fuese posible. Hedin fue un maestro de los medios antes de que eso existiera.
En aquellos momentos, lo que más le interesaba a Hedin era confirmar con sus propios ojos su teoría del «lago errante» y la hidrografía en el desierto de Lop. Sin embargo, el gobernador Jin Shuren, aludiendo a la precaria situación en la provincia tras el asesinato del Yang Zengxin y varias revueltas en las zonas fronterizas de China, retrasó repetidamente el mensaje que Hedin esperaba y dio respuestas contradictorias sobre la expedición en general. Los coches que Hedin había proporcionado para Yang y que la expedición usaría fueron confiscados por Jin Shuren.
A principios de diciembre, el gobernador informó que la expedición debía abandonar Xinjiang a más tardar en mayo de 1929.
Tanto Hedin como su colega chino, Xu Xusheng, estaban molestos. El gobernador no solo actuaba con celo xenófobo contra los extranjeros, sino que quería desmantelar toda la compañía. Como nacionalista y líder de la parte china de la expedición, el profesor Xu se sintió profundamente ofendido por la arbitrariedad dictatorial del gobernador. Ya habían tenido suficiente, tendrían que encontrar los medios para evitar más injerencias de Jin.
Búsqueda de apoyos
Hedin y Xushueng viajaron juntos rumbo a Nankín, la nueva capital de la China de Chiang Kaishek. Al llegar a la ciudad en marzo de 1929, no perdieron tiempo para entrevistarse con el caudillo chino. Éste hizo un hueco en su agenda para reunirse con ambos exploradores. En su reunión, el sueco hizo un breve relato de la expedición y su importancia científica para China y el mundo. Después pasó a solicitarle su protección, y que ordenase a Jin Shuren que se abstuviese de más intromisiones en las tareas de la expedición.
Chiang Kaishek accedió a sus peticiones. Apenas unos días después, envió un telegrama a Jin Shuren sobre la expedición, indicándole cortésmente que era deber del gobernador facilitar la expedición en todos los sentidos. Hedin, que quería ver la respuesta del gobernador, permaneció en Nankín.
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| Hedin, Chiang Kaishek y la esposa de éste. Wikimedia Commons |
Pero nunca hubo una respuesta desde Urumchi. Había varios cientos de kilómetros entre Nankín y Urumchi, y la capacidad del gobierno central para respaldar sus palabras con poder era extremadamente limitada. Jin no tuvo que preocuparse y no lo hizo. A principios de abril, Hedin se dio por vencido y puso rumbo a Pekín.
Sin embargo, el largo viaje y la visita de un mes a Nankín no habían sido del todo infructuosos. Hedin había conseguido el derecho a prolongar la expedición unos años, se le había dado permiso para contratar a cuatro empleados suecos más y había ejercido el derecho a emitir su propio sello de expedición de unas 25.000 copias.
Los ingresos de los sellos se destinarían a la expedición. Hedin había tomado la idea de las expediciones británicas al Monte Everest, que habían impreso su propio sello y, según lo que Hedin había oído, habían obtenido bastante dinero con ello.

Los planes inmediatos de Hedin eran regresar a Urumchi. Planeaba viajar a finales de abril y había comenzado a prepararse para el viaje, la primera parada en el trayecto de regreso era Pekín. Allí, donde se encontraba dando una serie de conferencias, sufrió unos terribles dolores de espalda que lo dejaron postrado en una cama. Un médico sugirió que padecía de un tumor en la médula espinal que requería cirugía, una operación que sólo era posible en Estados Unidos. Después de estudiar sus opciones, Hedin emprendió un viaje hacia Boston para solucionar su dolencia. Antes de partir, Hedin envió un telegrama a Erik Norin, en Urumchi, para designarlo como líder de la expedición en su ausencia.
En junio de 1929, una vez en Estados Unidos, la buena fortuna quiso que no le pasara nada a Hedin. Sus dolores habían desaparecido tras el largo trayecto hacia América, y el médico que lo trató no encontró rastro alguno de tumor. En esos momentos se le presentaba otra excelente oportunidad para usar sus contactos y comenzar la búsqueda de algún mecenas estadounidense.
Un poco más tarde conocería a Vincent Bendix, que le ofreció ayuda en aquel momento tan delicado para la expedición. Bendix era un magnate industrial con antepasados suecos. A cambio de 250.000 coronas suecas, Hedin prometió a proporcionarle un templo budista que sería utilizado en la Exposición Mundial de Chigago en 1933. Otro mecenas fue un tal Appleton, otro acaudalado sueco-americano que donó 100.000 coronas suecas a la causa.
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| Vincent Bendix. Fuente: History of the Expedition in Asia, 1927-1935 |
Con la mejora de la situación financiera de la expedición, Sven Hedin podía ahora dedicarse a lo que más le gustaba: viajar por la geografía de Asia en pos de nuevos descubrimientos para la ciencia. Después de una estancia de varios meses en Estocolmo, Hedin regresó a la expedición en otoño de 1929.
De vuelta a Asia
Una vez reunido con su grupo, la primera misión de Hedin fue cumplir con la promesa de encontrar un templo budista que se adecuase a lo que Vincent Bendix buscaba. Con la ayuda de un camión Ford recién comprado, Hedin y varios hombres recorrieron 110 kilómetros por la estepa en busca de templos y mobiliario.
El éxito fue limitado. Vieron muchos templos hermosos, pero los abandonados y disponibles para la compra estaban en mal estado. Originalmente, la idea era adquirir templos en Mongolia Exterior, donde la cultura Lama estaba amenazada y la oferta era mayor, pero se les había negado la entrada allí, ya que sus antiguos amigos habían desaparecido del gobierno del país en rápida sovietización del nuevo Estado mongol. Así, Mongolia Exterior se cerró para la búsqueda de templos de Hedin.
En cambio, Hedin dirigió su atención a Chengde (Jehol), la antigua capital de verano de la última dinastía imperial, donde había una ciudad entera de templos en ruinas. Mientras él se instalaba con Larson en Kalgan para administrar y comenzar a escribir su segundo libro sobre la expedición, Riddles of the Gobi Desert, otros miembros de la expedición fueron a Chengde en busca de un templo adecuado. En esa ciudad se encontraba un conjunto de templos que Hedin denominó el «Pequeño Potala».
Encontraron un gran y deteriorado pabellón de templo de madera y ladrillo que les encantó de inmediato. Como la cuestión de la compra de templos era delicada en la China nacionalista recién despertada y no querían levantar sospechas, regresaron con Hedin a Kalgan sin ir más allá. En el verano de 1930, Hedin intentó negociar con las autoridades chinas la compra del templo; sin embargo, todos sus intentos fueron en vano. Hay que recordar que a estas alturas del siglo XX, expolios como los realizados por Aurel Stein o Paul Pelliot en Dunhuang, en décadas anteriores, eran recordados con acritud por los chinos. La única opción que le quedaba a Hedin era la de proponer la construcción de una réplica exacta del templo, encargo que le fue dado a un arquitecto chino.
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| Pabellón dorado del templo seleccionado por Hedin. Fuente: History of the Expedition in Asia, 1927-1935 |
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| El pabellón dorado dentro del complejo del «Pequeño Potala» en 1988. Foto: Paul M. Grahm. |
Para febrero de 1931, entre los logros de la expedición se encontraban los fósiles de insectos del periodo Carbonífero (hace unos 300 millones de años) que los paleontólogos Bohlin y Bexell habían recogido, así como los esqueletos y un huevo de dinosaurio hallados por su colega chino, el profesor Yuan. Del mismo modo, los etnógrafos de la expedición habían recolectado y comprado alrededor de 2.000 artículos, incluyendo un magnífico traje festivo de mujer mongola, incrustado con turquesas, perlas y otras joyas. El arqueólogo Folke Bergman había encontrado más de 22.000 objetos sólo el año anterior; hermosas hachas, cuchillos, puntas de flecha y cerámica del Neolítico, y había seguido las murallas que formaban los exteriores de la Gran Muralla China. Erik Norin, el jefe adjunto de Hedin cuando este cayó enfermo, había examinado el Tian Shan, la cordillera que atraviesa el norte de Xinjiang. Hedin se refirió a sus resultados como «trascendentales».
Nils Ambolt, el astrónomo, realizó importantes determinaciones astronómicas con instrumentos muy delicados, mientras que el alemán Haude estableció varias estaciones fijas en diferentes lugares para observaciones meteorológicas. Desde el inicio de la expedición, Haude había lanzado 350 globos de hidrógeno para controlar los vientos, algunos alcanzando alturas de hasta 20 millas. En ese momento, se encontraba en Mongolia, haciendo volar cometas equipadas con todo tipo de instrumentos.
A pesar de las ansias de Hedin por volver a dedicarse a labores científicas y, al éxito de la expedición en aquel momento, los fondos volvían a encontrarse peligrosamente escasos. Así fue como Hedin se vio obligado a regresar a Estocolmo a principios de 1931, una vez más, para asegurar más financiación.
El geógrafo sueco se dedicó a dar conferencias por todo el país y envió cartas y telegramas a todos aquellos individuos que pudieran contribuir a las arcas de la expedición. Sin embargo, esta tarea se había convertido más díficil entonces que cuando la expedición echó a andar, pues las consecuencias del crack del 29 y la Gran Depresión habían afectado sobremanera a muchos de sus antiguos benefactores.
Entre 1931 y 1933, Sven Hedin pasaría su tiempo a caballo entre Suecia y Estados Unidos, a donde viajó para supervisar la construcción de la réplica del Pabellón Dorado de Chengde en Chicago. No regresaría a China hasta febrero de 1933, para enfrentar entonces los últimos dos años de la Expedición Sino-Sueca, que será la materia a tratar en el próximo artículo de este blog.
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| Réplica del pabellón dorado en Chicago, 1933. Fuente: History of the Expedition in Asia, 1927-1935 |







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