10 de Octubre 2025 por Daniel Jorge

La transformacion mística de Francis Younghusband

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En Ecos de Oriente siempre ponemos el énfasis en aquellas historias que tienen como común denominador viajes en Asia. Como «viaje» entendemos el mero acto de trasladarse físicamente de una región a otra. Después de una travesía por Asia, muchas de las figuras que han tenido cabida en este blog han experimentado otro tipo de viaje, en el sentido más metafórico de la palabra.

Hace un par de meses terminé la lectura de The Gilgit Game: The Explorers of the Western Himalayas, de John Keay; y fue ahí donde tuve noticia, por primera vez, de una transformación espiritual que me pareció fascinante. Hablo naturalmente de un explorador clave del Gran Juego, que no había cubierto en este blog hasta ahora, sir Francis Younghusband.

Tengo que admitir que desde que leí en su día que Younghusband lideró en 1903 una invasión de Tíbet a sangre y fuego, éste no se convirtió santo de mi devoción. Siempre he intentado ceñirme a aquellas expediciones o viajes que contribuyeron al conocimiento científico o simplemente produjeron entretenidas historias de aventuras en forma de libros. Sin embargo, fue tal curiosidad que sentí al saber de la transformación de Younghusband que recientemente investigué su biografía, escrita por Patrick French en 1994, Younghusband: the Last Great Imperial Adventurer. El presente artículo intenta hacer un repaso de la trayectoria vital de Younghusband y explicar su giro espiritual tan sorprendente.

retrato de Francis Younghusband
Retrato de Francis Younghusband (fecha desconocida). Wikimedia Commons
Introducción

En abril de 1904, el coronel Francis Younghusband entraba en Lhasa al frente de una columna militar británica, culminando una invasión que había dejado cientos de tibetanos muertos en su camino hacia la ciudad prohibida. El mismo hombre que había ordenado el avance sobre posiciones tibetanas mal armadas, que había presenciado la masacre de Guru donde las ametralladoras Maxim segaron las vidas de setecientos defensores con armas anticuadas, experimentaría apenas unos meses después una epifanía mística que transformaría radicalmente el resto de su vida.

Treinta años más tarde, ese mismo Francis Younghusband presidía reuniones donde budistas, hindúes, musulmanes, cristianos y judíos se sentaban juntos para dialogar sobre la unidad fundamental de la experiencia religiosa. El imperialista implacable se había convertido en un apóstol del amor universal y la comprensión interreligiosa. El estratega del Gran Juego que había dedicado su juventud a expandir y defender el Imperio británico en Asia Central, ahora predicaba que el amor era la fuerza fundamental del universo y que todas las religiones eran caminos hacia una misma verdad cósmica.

Esta transformación extraordinaria plantea preguntas fascinantes: ¿Cómo puede un hombre pasar de ser un instrumento del imperialismo más agresivo a convertirse en un místico que abogaba por la hermandad universal? ¿Fue su conversión una ruptura repentina con su pasado o el resultado de una evolución gradual que ya se gestaba bajo la superficie del soldado-explorador?

Los años formativos

Francis Younghusband nació en 1863 en Murree, en las colinas del Punjab británico, en el seno de una familia militar que había servido al imperio durante generaciones. Su infancia transcurrió entre los paisajes dramáticos del Himalaya, una geografía que marcaría profundamente su imaginación y su destino.

Su primer destino militar lo llevó de vuelta a la India en 1882, donde pronto se distinguió no solo como oficial competente sino como explorador audaz. A los veinticuatro años, realizó una hazaña que lo catapultaría a la fama: un viaje épico desde Pekín hasta la India atravesando el corazón inexplorado de Asia Central. Durante siete meses, Younghusband cruzó el desierto de Gobi, las montañas de Turquestán y los pasos del Karakórum, cubriendo más de 4000 kilómetros a través de territorios implacables.

ruta del viaje de Younghusband de Pekín a Yarkanda en 1888
Ruta del viaje de Francis Younghusband de Pekín a Yarkanda en 1888 . Journey across Central Asia to Kashmir, Proceedings of the Royal Geographical Society

El joven Younghusband que emergió de estas experiencias tempranas era la encarnación perfecta del ideal victoriano del oficial-explorador: físicamente incansable, intelectualmente astuto, absolutamente convencido de la misión civilizadora británica y dispuesto a arriesgar su vida por la gloria del imperio. Sin embargo, incluso en estos años formativos, había señales de una sensibilidad más profunda. En sus diarios privados, Younghusband registró momentos de éxtasis casi místico en las montañas, experiencias de unión con la naturaleza que parecían trascender su marco mental imperialista. Durante una noche en el Karakórum, escribió sobre sentir «una presencia divina» en la soledad de las alturas, una experiencia que lo dejó «transformado por completo» aunque temporalmente. Estos destellos de misticismo serían relegados y reprimidos durante años, subordinados a las demandas de su carrera militar y política.

Aventuras en el Gran Juego

La década de 1890 vio a Younghusband en el apogeo de su carrera como agente del Gran Juego. Sus misiones lo llevaron a algunos de los territorios más remotos y peligrosos de Asia, donde combinaba exploración geográfica con inteligencia militar y diplomacia de frontera. En 1889, fue enviado a explorar los pasos del Karakórum y establecer la presencia británica en territorios disputados con Rusia. Durante esta misión, tuvo un encuentro tenso con el coronel ruso Gromchevsky en el paso de Bozai Gumbaz, un enfrentamiento que se resolvió, sorprendentemente, con vodka y conversación civilizada en lugar de disparos.

En 1891, Younghusband fue enviado a explorar el Pamir, donde las fronteras de los imperios británico, ruso y chino convergían en una maraña de territorios no demarcados. Aquí, en uno de los episodios más dramáticos del Gran Juego, fue detenido por una patrulla cosaca rusa y expulsado del territorio que Rusia reclamaba como propio. El incidente casi provocó una crisis internacional y consolidó la reputación de Younghusband como uno de los exploradores clave del Gran Juego.

Su siguiente asignación significativa lo llevó a Chitral, un principado estratégico en lo que hoy es el norte de Pakistán. En 1893, fue nombrado oficial político en esta región volátil, donde las intrigas locales se entrelazaban con las ambiciones imperiales más amplias. Durante el sitio de Chitral en 1895, aunque Younghusband no estuvo directamente presente en el fuerte sitiado, jugó un papel crucial en la organización del relevo y en el establecimiento posterior del control británico sobre la región. Su trabajo en Chitral demostró su habilidad para navegar las complejidades de la política tribal, combinando fuerza cuando era necesario con una diplomacia sutil que le ganó el respeto incluso de aquellos que se oponían al dominio británico.

Estos años de aventura y peligro forjaron en Younghusband una confianza suprema en sus propias habilidades y en la justicia de la causa imperial. Sus escritos de este período muestran poca duda sobre la superioridad de la civilización occidental o sobre el derecho de Gran Bretaña a imponer su voluntad en Asia. Sin embargo, también revelan una fascinación creciente con las culturas y religiones asiáticas que encontraba. A diferencia de muchos de sus contemporáneos, que despreciaban todo lo no europeo, Younghusband mostraba una curiosidad genuina por el budismo y el hinduismo, aunque todavía los veía a través del prisma de su superioridad cristiana asumida.

La expedición a Tíbet

A principios del siglo XX, los rumores sobre contactos entre Lhasa y San Petersburgo, aunque largamente exagerados, proporcionaron el pretexto para una intervención que los halcones del Imperio británico había deseado durante mucho tiempo. En 1903, se eligió a Younghusband para liderar una misión diplomática a Tíbet que todos sabían que probablemente se convertiría en una invasión militar.

La expedición comenzó como una «misión comercial» con escolta militar, pero las evasivas tibetanas y la presión del virrey del a India, Lord Curzon, la transformaron rápidamente en una invasión a gran escala. Younghusband se encontró al mando de una fuerza que eventualmente incluiría más de 3000 soldados, equipados con artillería moderna y ametralladoras Maxim, avanzando hacia Lhasa contra la desesperada pero inútil resistencia tibetana.

El momento más oscuro de la expedición llegó el 31 de marzo de 1904 en Guru, donde las fuerzas tibetanas, armadas principalmente con espadas y mosquetes anticuados, intentaron detener el avance británico. Lo que siguió fue menos una batalla que una masacre. Las ametralladoras Maxim segaron las filas tibetanas mientras intentaban retirarse, dejando setecientos muertos en la nieve. Younghusband, aunque no presente en el campo de batalla, cargó con la responsabilidad última de este derramamiento de sangre.

miembros de la mision a Tibet de 1903-1904, Younghusband en el centro
Miembros de la Expedición Británica a Tíbet en 1904. Wikimedia Commons

El 3 de agosto de 1904, Younghusband entró en Lhasa, convirtiéndose en uno de los primeros occidentales en pisar la ciudad prohibida. El dalái lama había huido a Mongolia, dejando la capital espiritual del budismo tibetano a merced de los invasores. Para Younghusband, este debería haber sido el momento culminante de su carrera, la vindicación de años de servicio al imperio. Sin embargo, algo inesperado estaba a punto de suceder que transformaría fundamentalmente su comprensión del mundo y su lugar en él.

La epifanía de Lhasa

Fue durante su estancia en Lhasa cuando ocurrió el evento que Younghusband más tarde describiría como el momento más significativo de su vida. Una tarde, mientras cabalgaba solo por las colinas que rodean la ciudad, experimentó lo que sólo puede describirse como una epifanía mística. En sus propias palabras, sintió «una intensa emoción de amor por todo el mundo» que lo invadió repentinamente.

Me sentí en armonía con todo el mundo y con todos los hombres, especialmente con los tibetanos. Una sensación de júbilo y éxtasis me llenó, tan intensa que apenas podía contenerla.

Esta experiencia no fue un momento fugaz de emoción. Younghusband describió cómo durante las siguientes semanas permaneció en un estado alterado de conciencia, sintiendo una conexión profunda con toda la vida y una certeza absoluta de que el amor era la fuerza fundamental del universo.

Fue como si un velo hubiera sido levantado y pudiera ver la realidad subyacente de todas las cosas, que era puro amor y alegría.

Lo extraordinario de esta experiencia es su contexto. Aquí estaba un hombre que acababa de liderar una invasión militar sangrienta, sentado en una ciudad conquistada, experimentando una revelación sobre el amor universal. La ironía no se le escapó al propio Younghusband, quien pasaría el resto de su vida tratando de reconciliar esta experiencia transformadora con sus acciones pasadas.

El impacto inmediato de esta epifanía fue sutil pero profundo. En las negociaciones con los oficiales tibetanos, Younghusband mostró una moderación inesperada, rechazando las demandas más draconianas británicas y buscando términos que preservaran la dignidad tibetana. Su comportamiento desconcertó a sus colegas militares, que esperaban que explotara al máximo la victoria británica. Cuando regresó a la India, Curzon lo reprendió severamente por la levedad de los términos del tratado, pero Younghusband ya no era el mismo hombre que había partido hacia Tíbet.

El largo camino hacia la transformación

El regreso de Younghusband a Inglaterra en 1905 marcó el inicio de un período de profunda reflexión y gradual transformación. Aunque fue recibido como un héroe y nombrado caballero por sus servicios, en su interior luchaba con las implicaciones de su experiencia en Lhasa. Sus escritos de este período revelan un hombre tratando de integrar una experiencia mística profunda en un marco de vida que ya no parecía adecuado.

retrato de boda de Francis Younghusband y Helena Magniac
Fotografía de la boda entre Francis Younghusband y Helen Magniac (1897)

Durante los siguientes años, Younghusband comenzó a explorar sistemáticamente diferentes tradiciones espirituales. Leyó vorazmente sobre budismo, hinduismo, sufismo y misticismo cristiano. Estableció correspondencia con filósofos y líderes religiosos de diversas tradiciones. Su búsqueda no era académica sino personal; estaba tratando de entender y contextualizar su propia experiencia transformadora.

Un momento crucial en esta evolución llegó cuando comenzó a reflexionar más profundamente sobre la violencia de la expedición tibetana, particularmente la masacre de Guru. En sus escritos posteriores, expresaría un profundo pesar por el derramamiento de sangre, aunque nunca llegó a repudiar completamente la expedición en sí. Esta tensión entre su pasado imperial y su despertar espiritual nunca se resolvería completamente.

Gradualmente, Younghusband comenzó a articular una nueva filosofía que llamó «religión cósmica». Esta visión sostenía que todas las religiones eran expresiones parciales de una verdad universal, que el amor era la fuerza fundamental del cosmos, y que la humanidad estaba evolucionando hacia una conciencia superior de unidad. Su transformación también se manifestó en cambios prácticos en su vida. Se distanció gradualmente de los círculos militares e imperiales que habían definido su carrera anterior. En su lugar, comenzó a asociarse con pensadores progresistas, reformadores sociales y líderes religiosos de diversas tradiciones. Su casa se convirtió en un salón donde místicos cristianos podían encontrarse con swamis hindúes y eruditos budistas.

Los años de activismo espiritual

La década de 1920 vio a Younghusband emerger como una figura pública en un nuevo papel: el de líder espiritual y promotor del diálogo interreligioso. En 1925, publicó The Heart of Nature, donde argumentaba que la experiencia mística de unión con la naturaleza era el fundamento de toda verdadera religión. El libro fue recibido con escepticismo por el establishment religioso pero encontró una audiencia receptiva entre aquellos que buscaban alternativas espirituales al cristianismo convencional.

Su siguiente libro, Life in the Stars (1927), fue aún más audaz, proponiendo que la vida y la conciencia eran fenómenos cósmicos universales y que la humanidad estaba destinada a evolucionar hacia formas superiores de conciencia. Estas ideas, que fueron radicalmente innovadoras para su tiempo, anticiparon muchos desarrollos posteriores en el pensamiento espiritual, como por ejemplo el fenómeno New Age.

Pero fue en la organización práctica del diálogo interreligioso donde Younghusband hizo su contribución más duradera. Frustrado por el sectarismo y la estrechez mental que veía en las instituciones religiosas establecidas, comenzó a trabajar hacia la creación de un foro donde representantes de todas las religiones pudieran reunirse en igualdad de condiciones.

Este trabajo preparatorio culminó en 1933 con la organización del primer Congreso Mundial de Religiones en Chicago, coincidiendo con la Feria Mundial. Aunque Younghusband no pudo asistir personalmente debido a problemas de salud, fue el arquitecto principal del evento. El congreso reunió a representantes de prácticamente todas las principales tradiciones religiosas del mundo, marcando un hito en la historia del diálogo interreligioso.

El Congreso Mundial de Credos: Un legado de unidad

El éxito del congreso de Chicago inspiró a Younghusband a establecer una organización permanente dedicada al diálogo interreligioso. En 1936, fundó el Congreso Mundial de Credos (World Congress of Faiths), que presidiría hasta su muerte. Esta organización, que continúa existiendo hasta hoy y cuenta entre sus patrocinadores al mismísimo dalái lama, fue revolucionaria en su enfoque y ambición.

El Congreso Mundial de Credos no buscaba crear una nueva religión sincrética ni reducir todas las tradiciones a un denominador común mínimo. En cambio, Younghusband insistía en que cada tradición debía ser respetada en su integridad y particularidad. El objetivo era crear un espacio donde las diferentes tradiciones pudieran encontrarse, dialogar y aprender unas de otras mientras mantenían sus identidades distintivas.

Los primeros años del Congreso fueron notables por la diversidad de sus participantes. Younghusband logró atraer no solo a líderes religiosos liberales sino también a representantes de corrientes más ortodoxas. Rabinos, imanes, monjes budistas, swamis hindúes y clérigos cristianos se sentaban juntos en las reuniones del Congreso, algo casi sin precedentes en la Gran Bretaña de los años 1930.

Su liderazgo del Congreso reveló cuán completa había sido su transformación. El hombre que una vez había visto el cristianismo occidental como la cima de la evolución religiosa ahora hablaba con igual respeto del Buda, Krishna y Mahoma. El imperialista que había creído en la misión civilizadora de Occidente ahora argumentaba que Oriente tenía sabiduría espiritual esencial que Occidente necesitaba desesperadamente aprender.

Los últimos años de Younghusband

Los últimos años de la vida de Younghusband, desde mediados de los años 1930 hasta su muerte en 1942, fueron marcados por una actividad incansable a pesar de su salud declinante. Continuó presidiendo el Congreso Mundial de Credos, escribiendo prolificamente y dando conferencias sobre su visión de una espiritualidad universal.

fotografía de un anciano Younghusband en los años 1930
Fotografía de Younghusband en la década de 1930. Fuente: www.overgrowthpath.com

Durante este período, desarrolló aún más su filosofía de la religión cósmica. En su libro Vital Religion (1940), argumentó que la religión tradicional necesitaba renovarse incorporando la experiencia mística directa. Propuso que la evolución cósmica estaba dirigida hacia mayores niveles de conciencia y amor, y que la humanidad estaba en el umbral de un salto evolutivo en la conciencia espiritual. Durante los años de guerra, el Congreso Mundial de Credos continuó reuniéndose, proporcionando un raro espacio de diálogo y esperanza en tiempos oscuros.

Su salud comenzó a fallar seriamente en 1941, pero continuó trabajando hasta casi el final. Su última aparición pública fue en una reunión del Congreso Mundial de Credos en marzo de 1942, donde habló sobre su visión de un mundo posguerra donde las religiones trabajarían juntas para construir una paz duradera basada en el reconocimiento de nuestra unidad espiritual fundamental.

Francis Younghusband murió el 31 de julio de 1942, a los 79 años. Su funeral fue un testimonio extraordinario de la transformación que había experimentado. Asistieron representantes de prácticamente todas las comunidades religiosas de Gran Bretaña: cristianos de todas las denominaciones, judíos, musulmanes, hindúes, budistas y sijs. El servicio mismo fue una mezcla única de elementos cristianos tradicionales con lecturas de otras tradiciones religiosas, reflejando la visión ecuménica que Younghusband había defendido.

El Congreso Mundial de Credos sobrevivió a su fundador y continúa activo hasta el día de hoy, aunque nunca alcanzó la influencia masiva que Younghusband había esperado. Sin embargo, muchas de las ideas que promovió como el valor del diálogo interreligioso, el reconocimiento de la sabiduría en todas las tradiciones religiosas o la importancia de la experiencia mística directa se han vuelto mucho más aceptadas en las décadas posteriores.

Conclusión

La evidencia sugiere que la transformación de Francis Younghusband de imperialista a místico fue auténtica, aunque compleja y a veces contradictoria. Los testimonios de quienes lo conocieron en sus últimos años hablan uniformemente de un hombre genuinamente comprometido con los ideales de amor universal y comprensión interreligiosa. Su trabajo incansable por estas causas, a menudo a costa personal considerable, difícilmente puede descartarse como una mera postura.

Más de ochenta años después de su muerte, el legado de Francis Younghusband permanece complejo y contestado. Para algunos, sigue siendo principalmente el imperialista que lideró la invasión de Tíbet, un símbolo de la arrogancia y violencia coloniales. Para otros, es un pionero del diálogo interreligioso y un ejemplo inspirador de transformación personal.

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Quizás la evaluación más justa es verlo como ambas cosas: un hombre que encarnó tanto lo peor del imperialismo como algunas de las aspiraciones más nobles del espíritu humano. Su vida ilustra tanto la capacidad humana para la violencia y la dominación como nuestro potencial para la transformación y la trascendencia. En cierto sentido, es otro ejemplo más de la dualidad existente en otras figuras contemporáneas del Gran Juego como Sven Hedin.

Sin embargo, el aspecto más inspirador del legado de Younghusband puede ser simplemente el hecho de su transformación misma. En una era de polarización creciente y identidades fijas, su vida nos recuerda que el cambio profundo es posible, que las personas pueden trascender su condicionamiento y prejuicios, que incluso aquellos que han participado en violencia pueden convertirse en instrumentos de paz.

Referencias
  • The Gilgit Game: The Explorers of the Western Himalayas (1865-95), 1979, John Keay.
  • Younghusband: the Last Great Imperial Adventurer (1994), Patrick French.

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